Tanto los desastres naturales como los conflictos bélicos han producidos y producen grandes desplazamientos de poblaciones. Las fronteras naturales y las fronteras políticas se encuentran enfrentadas a nuevos desafíos.
Estas catástrofes naturales y humanas producen en la memoria una nueva forma de enfocar la realidad por la pérdida de un mundo social e individual que ya no existe. El territorio receptor se encuentra invadido y el exilado debe hacer frente a una situación de indefensión.
La aceptación o no de la tragedia vivida producirá en la memoria nuevas interpretaciones psicológicas que repercutirán en pensamientos diversos en los que aparecerán culpables reales o ficticios y que estructurarán el futuro de los exilados y sus descendientes.
Los deseos de venganza o la aceptación de la realidad para integrarse en una nueva vida social producirán a largo plazo, a menudo a través de los hijos, nuevos fenómenos sociales, así como lo podemos observar en nuestro entorno globalizado.
