La economía política marxista ha tenido una evolución contrastante, de odios y afectos, en virtud de la carga ideológica y política que adquirió, de origen, y de arraigo popular al sugerir un cambio que trastocó las relaciones sociales de producción capitalistas. Su balance actual es deficitario; la crisis anunciada en las economías capitalistas desarrolladas, la profundización de sus contradicciones internas, no ocurrió y, al surgir las revoluciones en los países atrasados, el sistema socialista no se consolidó, lo que produjo su crisis y el desaliento de los países más pobres.