El distanciamiento de los jóvenes respecto de la literatura clásica universal, a pesar de los esfuerzos de los programas educativos, hace pensar que éstos no gustan de la lectura y prefieren distraerse con videojuegos o frente a la computadora. No obstante, el boom de la literatura juvenil de los últimos años contradice las opiniones alarmistas acerca de la sustitución del libro por la tecnología.