Aunque también fue poeta y dramaturgo, Julio Verne ha pasado a la historia de la literatura por sus apasionantes novelas de aventuras y como el gran precursor del género de la ciencia ficción. Es, junto a Agatha Christie, el autor más traducido de la historia y también el más influyente, no sólo en autores de ciencia ficción, sino en todo tipo de escritores que se dejaron llevar por la imaginación del maestro francés en su infancia o adolescencia. Y es que casi todos los lectores, en algún momento de sus vidas, hemos sido cautivados por Julio Verne y sus extraordinarios relatos.
Desde pequeño, Julio Verne destacó por su imaginación y curiosidad desbordantes. Por una parte, recortaba artículos científicos y por otra escuchaba fascinado las historias que su maestra le contaba de su marido, un marino mercante. La unión de ambas cualidades, le hizo anticiparse en sus novelas de forma sorprendente al invento del submarino, el helicóptero o los cohetes espaciales.
Si bien gozó de gran éxito en vida, sus comienzos fueron muy duros. Empezó su producción literaria escribiendo funciones de teatro de escaso éxito. Su salud sufrió problemas derivados de vivir al borde de la inanición, porque prefería gastar su escaso dinero en libros antes que en comida. Pero en 1863 llegó la publicación de su primera novela y su primer gran éxito de crítica y público.
Cinco semanas en globo
Samuel Fergusson, explorador e inventor, realiza un viaje a través de África a bordo de un globo aerostático de su invención. Acompañado de su amigo, Dick Kennedy, recorrerá el continente africano atravesando territorios que en aquella época apenas habían sido explorados. El extravagante aventurero y su racional compañero establecen ese dúo de personajes que se repetirá en las mejores novelas de Verne: el visionario que persigue el futuro que arrastra a la aventura al conservador apegado al presente.
Desde la isla de Zanzíbar en el este del continente hasta las cataratas de Güina en Senegal, pasando por los montes de la Luna, el lago Victoria, los montes Auríferos, el lago Chad o el desierto del Sahara. Quedaremos fascinados por las peculiaridades geográficas y los innumerables descubrimientos de fauna y flora. Todo ello al ritmo de las aventuras de Verne, puesto que en cinco semanas viviremos la aventura del elefante remolcador, seremos arrastrados por un huracán y sufriremos el ataque de los talibas.
La forma en la que Julio Verne aprendió de forma intuitiva a fundir el relato de aventuras con el género de la novela de viajes es uno de los motivos por los que resulta definitivo en los autores de ciencia ficción: el realismo del que sabe dotar a la fantasía hace que el lector quede absorbido por el relato con mucha mayor intensidad de lo que suele ofrecer el género fantástico. Esta virtud vuelve a quedar patente en su siguiente novela, Viaje al centro de la Tierra.
Viaje al centro de la Tierra
El profesor Lidenbrock es un visionario experto en minerales que encuentra un pergamino escrito en clave en el que se describe cómo encontrar el camino hacia el centro de la Tierra. Lidenbrock decide organizar una expedición en la que le acompañarán su sobrino Alex y Hans, el guía espeleólogo. Seguirán los pasos del autor del pergamino, un alquimista llamado Saknusemm, que intentó la misma aventura tres siglos antes y de quien encontrarán por el camino señales y mensajes que les ayudarán en su descenso. Un viaje misterioso y claustrofóbico que poco a poco deriva hacia la hermosa fantasía del descenso a lo desconocido.
Su segunda novela tuvo tanto éxito como la primera. Para concebir la tercera, después de haberse adentrado en territorios inexplorados y en las entrañas del interior del planeta, había llegado tan lejos que, para su siguiente trabajo, Verne no tuvo más remedio que marcharse al espacio.
De la Tierra a la Luna
Gran parte de la fama que Julio Verne tenía de visionario proviene de esta obra en la que imaginó el viaje a la luna ciento tres años antes de que Neil Armstrong diera aquel gran paso para la humanidad. Las similitudes con el viaje que realizó el Apolo 8 en 1969 son más que curiosas. En primer lugar, situó la financiación del proyecto en Estados Unidos, cuando en los tiempos de Verne distaba mucho de ser la potencia tecnológica en la que se convirtió en la segunda mitad del siglo XX. Y curiosamente situó el lanzamiento en Florida, muy cerca de Cabo Cañaveral. El título original del relato es De la tierra a la luna: un viaje directo en 97 horas. El viaje del Apolo 8 duró una hora menos.
El desarrollo del proyecto y el fantasioso juego con el que viajamos a la órbita de nuestro satélite hermano, se desarrolla en una de las grandes novelas de ciencia ficción realizada en una época impensable, que tuvo su continuación en Alrededor de la Luna.
Verne, que había estado obsesionado desde niño con la idea de conocer otros lugares, no viajó en barco hasta la edad de treinta años. El éxito de sus novelas le situó en una posición más que acomodada, lo que le permitió satisfacer su naturaleza viajera. Fue propietario de tres buques con los navegó por todo el mundo durante más de veinte años. Sin duda sus viajes por mar le sirvieron de inspiración a la hora de planear su siguiente viaje literario.
Veinte mil leguas de viaje submarino
Probablemente su novela más emblemática. Con el famoso Nautilus anticipó la invención del submarino, pero sobre todo nos permitió ver de cerca por primera vez las profundidades del mar. El profesor Aronax, científico prototipo de los protagonistas de Verne, se enfrenta con otro personaje de mentalidad científica, el capitán Nemo. Esta vez el conflicto de la obra no resulta tanto de la perplejidad al enfrentarnos con los enigmas de la ciencia, sino que es un enfrentamiento moral entre un hombre con esperanzas en la humanidad y otro que ha sido consumido por el odio y el rencor. Tan excitante y divertida como el resto de sus novelas, este viaje al fondo del mar esconde nuestra lucha por encontrar lo mejor en el fondo de nosotros mismos. Una obra inmortal para releer nuestra infancia una y otra vez.
El objetivo del siguiente viaje planificado por Julio Verne fue enfrentarse al desafío de la velocidad, impulsado por los “modernos” medios de transporte de mediados del siglo XIX.
La vuelta al mundo en ochenta días
Una apuesta es la excusa para que Phileas Fogg, acompañado de su fiel sirviente Passepartout, nos lleve a dar la vuelta al mundo. Sin un minuto que perder, encontraremos inevitablemente motivos de retraso en cada lugar y viviremos una aventura distinta a cada paso del viaje. Además, tendrá que escapar de un detective que lo persigue convencido de que en realidad Fogg es un ladrón que se ha apropiado de un botín de cincuenta y cinco mil libras robadas del Banco de Inglaterra.
Para conseguir su objetivo, Fogg emplea el barco y el tren; pero también el elefante, el trineo o lo que sea necesario para salir del paso y cumplir su imposible agenda. Esta novela es un trepidante y humorístico viaje a través de las diferentes culturas vistas desde el prisma de ese inglés correcto hasta la presunción, pero con la mentalidad abierta y observadora de su autor.
Su siguiente novela es la obra en la que más se disfruta de la vocación didáctica de Verne; esa vocación que le valió ser condecorado con la Legión de honor por su contribución a la divulgación científica.
La isla misteriosa
El arranque de esta novela repleta de intriga y sorpresas, es un grupo de hombres que escapan en un globo y “naufragan” en una isla. Los protagonistas se ven obligados a recurrir al ingenio para sobrevivir y para intentar escapar de allí. Pero los extraños sucesos que se desarrollan en la isla, les hace sospechar que el lugar encierra un misterio que se verán obligados a desentrañar. A través de los personajes descubrimos los innovadores conocimientos científicos en el campo de la física, la agricultura y la química que Verne conocía y de forma tan magistral acoplaba a sus historias. Al final descubriremos que el relato es continuación de otra novela de Verne pero, para no hacer spoiler, no diremos cuál.
Si bien todos los títulos de los que hemos hablado hasta ahora son más que conocidos, hemos esperado hasta el final para recomendarte una rareza que continúa siendo desconocida para la mayoría. Para empezar, fue publicada por primera vez en 1994, casi noventa años después del fallecimiento del autor.
París en el siglo XX
El último truco de magia del mago de la fantasía fue dejarnos una obra escondida. A su editor le resultó tan terrorífica y deprimente que rechazó publicarla bajo ningún concepto y animó a Verne a no darla a conocer jamás, pues corría el riesgo de perder la simpatía de los lectores. El manuscrito permaneció escondido en una caja durante ciento treinta años, cuando fue descubierta por un bisnieto de Verne. El hallazgo resultó ser el broche perfecto de la obra de un autor visionario.
La novela es una fábula distópica sobre un futuro deshumanizado y de un pragmatismo superficial; un mundo de rascacielos de cristal en el que el arte y las letras son menospreciados y todo se somete a los intereses del estado. Una novela de ciencia ficción en la que se adelantó a sus discípulos sin que éstos llegaran nunca a saberlo
Ojalá este breve recorrido por la obra de Julio Verne te haya hecho rescatar el espíritu de la infancia y a mantener viva la mirada inocente y el deseo de emociones intensas. ¡Rápido, haz las maletas y prepárate para el siguiente viaje!