Hace poco analizamos en el post de Dolores Redondo el nuevo auge de la novela negra. ¿Por qué un género aparentemente tan sujeto a estereotipos sigue cautivando a los lectores generación tras generación?
¿Es acaso la forma en la que nos acerca a nuestro lado más oscuro? ¿O es la romántica forma de encontrarnos con nuestra faceta más noble estando inmersos en las cloacas de la sociedad?
Sea como fuere, continúan apareciendo nuevos autores que son notables muestras de que los aficionados a la novela negra estamos disfrutando de una época dorada del género.
El muñeco de nieve de Jo Nesbo
Jo Nesbo es un artista inclasificable que compagina su carrera como escritor con la de músico de rock con su banda Di Derre. Este autor noruego, además de escribir novela negra, es también autor de la serie de Olav Johansen y de las novelas del Doctor Proctor, dirigidas a un público juvenil.
El impacto de su novela Headhunters, que fue llevada con éxito al cine, enlazado con el posterior éxito de El muñeco de nieve, lo convirtieron en uno de los escritores más apreciados de entre los nuevos autores de novela negra.
El muñeco de nieve tiene como protagonista al inspector Harry Hole, personaje que Nesbo ha utilizado hasta ahora en una docena de novelas. El inspector se enfrenta esta vez con el primer asesino en serie de la historia de Noruega. Un hombre que asesina mujeres casadas en lugares donde posteriormente aparece un muñeco de nieve.
Hole es un personaje roto y solitario que se verá llevado al límite en la investigación de este perturbador caso.
Los hombres que no amaban a las mujeres de Stieg Larsson
La saga Millenium fue el gran fenómeno editorial de principios de siglo. El sueco Stieg Larsson consiguió con sus tres únicas novelas revitalizar el género de la novela negra a la vez que modernizarlo.
También abrió las puertas de una generación de escritores de los países nórdicos, que han sabido trasladar un género tradicionalmente urbano y marginal a los invernales y austeros parajes de las localidades escandinavas.
La obra de Larsson ha sido adaptada en diferentes series y películas y puedes echar un vistazo a la brillante adaptación al cómic de la saga Millenium en nuestro post sobre novelas gráficas.
El dúo de los personajes protagonistas, la pirata informática superdotada y traumatizada Lisbeth Salander y el periodista equilibrado y racional Mikael Blomkvist, se ha convertido ya en un clásico en la pintoresca galería de personajes de la novela negra.
En la primera entrega, Los hombres que no amaban a las mujeres, la investigación de una mujer desaparecida hace tres décadas, conduce a Blomkvist a formar equipo con la excéntrica Salander. Lisbeth y sus métodos harán llegar a Mikael más lejos de lo que había llegado antes en ninguna investigación.
Vamos a echar un vistazo en las raíces del género de la novela negra. En la América de la depresión, el policiaco de crímenes aristocráticos había quedado desfasado.
Los detectives elegantes de observación prodigiosa creados por Agatha Christie y Arthur Conan Doyle dieron paso a antihéroes cínicos y ásperos, antisociales y románticos.
Las novelas ya no están tan centradas en la resolución del enigma como en el descenso a los rincones más sórdidos de la sociedad y a la oscuridad de unos personajes convertidos en piezas del puzzle.
El olvidado Carroll John Daly fijó gran parte de los estereotipos del género, personificados en su detective detective Race Williams.
Estos estereotipos fueron imitados y desarrollados por los dos primeros maestros del incipiente género: Dashiell Hammet con su detective Sam Spade y Raymond Chandler con su Philipp Marlowe.
El halcón maltés de Dashiel Hammet
Dashiel Hammet utilizó su experiencia como detective privado para documentar sus historias detectivescas. El éxito de sus primeras novelas, Cosecha roja y La maldición de los Daine le dieron enseguida prestigio literario.
Veterano de las dos guerras mundiales y perseguido toda su vida adulta por los fantasmas de la tuberculosis y el alcoholismo; su amarga visión de la sociedad se refleja en sus obras en su tono áspero y nihilista; algo que se ha convertido en una de las señas de identidad de la novela negra hasta nuestros días.
En El halcón maltés, Sam Spade se ve envuelto en una enrevesada trama que gira en torno a una antigua estatua valorada en una fortuna.
La forma en que el protagonista flexibiliza sus códigos morales para adaptarse a cada situación, ha sido una escuela para los detectives de las décadas posteriores.
La misma estatua es un símbolo a caballo entre el romanticismo y la codicia sin escrúpulos, pilares sobre las que se sustenta el género.
El sueño eterno de Raymond Chandler
Raymond Chandler era un empleado de banca cuyo aspecto encajaba perfectamente con su profesión. Pero sus problemas con el alcohol y las mujeres le hicieron perder su empleo y el destino le obligó a escribir historias de misterio para sobrevivir.
Él mismo admitía haber empezado a escribir imitando a Hammet, pero su estilo se volvió cada vez más personal.
Su dominio intuitivo de los diálogos traduce la dureza y el desencanto de los personajes a un lenguaje de piruetas sarcásticas que aporta ese toque de extraño romanticismo tan característico en obras como Adiós muñeca o El largo adiós. Raymond Chandler, que publicó su primera novela con cincuenta y un años, es uno de los autores que en más ocasiones han sido adaptados a la gran pantalla, además de haber trabajado como guionista con Alfred Hitchcock en Extraños en un tren y con Billy Wilder en Perdición.
En El sueño eterno, Chandler nos presenta el personaje de Philipp Marlowe, que es contratado para encontrar a la frívola hija del general Sternwood.
Por supuesto sus investigaciones le harán involucrarse en una trama retorcida e imprevisible.
Esta novela es la presentación en sociedad de un personaje cuyo sarcasmo casi no le deja tocar el suelo; de descripciones afiladas y un código moral tan peculiar como incorruptible.
Por amor a Imabelle de Chester Himes
Hemos visto cómo la vida de los escritores de novela negra resulta a menudo tan sórdida como la de sus protagonistas. Chester Himes publicó su primer relato mientras cumplía una condena de veinte años por atraco a mano armada.
Este escritor afroamericano nacido en Missouri, se sumerge en el Harlem de la depresión con una prosa veloz, directa y de un humor crudo e irreverente. Trata temas como la homosexualidad y las drogas con una naturalidad casi visionaria.
Y sobre todo los conflictos raciales, tema presente de forma intensa en toda la obra de Himes, la cruzada personal que con el tiempo le llevó a abandonar su país.
En Por amor a Imabelle el autor nos sumerge de nuevo en las calles del Harlem para contar una historia de desesperación alrededor del dinero, una deuda que no hace más que aumentar y una hermosa mujer a quien ningún hombre en su sano juicio sería capaz de negarle nada.
Un caso investigado por los agentes de policía “Sepulturero” Jones y “Ataúd” Johnson, los personajes franquicia de Himes, otro dúo de personajes imprescindible en nuestra colección de novela negra.
El caso Saint-Fiacre de Georges Simenon
Georges Simenon publicó casi doscientas novelas policiacas, de las cuales setenta y cinco fueron protagonizadas por su personaje estrella, el comisario Jules Maigret.
En oposición a los cínicos detectives de la novela negra estadounidense, Maigret es un hombre de a pie, bondadoso y con gran capacidad de empatía. Armado con su pipa, el talento del inspector de la policía judicial francesa le permitía resolver todos los casos; aunque su código moral, en ocasiones le hacía dejar escapar libre al culpable.
Simenon combina en sus novelas la pura tradición de la novela policiaca con sus peculiares retratos costumbristas y un reflejo magistral de la vida cotidiana.
Esta vez Maigret no tendrá que resolver un crimen, sino evitarlo. Una carta anónima anuncia al comisario que se va a cometer un asesinato en su localidad natal, Saint-Fiacre.
El regreso por obligación de Maigret al lugar donde nació es el terreno ideal para disfrutar del naturalismo, la tierna nostalgia y el fino humor del mejor Simenon.
El talento de Mr. Ripley de Patricia Highsmith
Más amiga de los gatos que de los seres humanos, Patricia Highsmith encontró en la novela negra el vehículo perfecto para descargar toda su misantropía.
Sus historias de crímenes, mentiras y manipulaciones siempre tienen como trasfondo la culpa y la hipocresía. Sus personajes, despojados de sentimentalismo, son fríos y manipuladores, en ocasiones cercanos a la psicopatía.
Al igual que el protagonista de su primera novela, Extraños en un tren, el personaje de Ripley, protagonista de cinco novelas de Highsmith, es el mejor ejemplo de ello.
En el tradicional juego de policías y ladrones de la novela negra, Ripley no es ni lo uno ni lo otro, pero comparte con sus parientes lejanos Sam Spade y Philip Marlowe su permanente juego de ambigüedad moral y el desprecio por la hipocresía de la sociedad.
En El talento de Mr. Ripley, el personaje recibe el encargo de devolver a casa a Dickie, el hijo de un millonario. Escapando a su vez de sus propios problemas con la ley, Ripley establece una extraña relación con Dickie y su novia, a caballo entre la manipulación y la dependencia.
El juego de Ripley genera una trama de intriga tan siniestra como adictiva para el lector.
La jungla de asfalto de W.R. Burnett
Con una brillante y prolífica producción de novelas y guiones cinematográficos, Burnett fue durante más de tres décadas una pieza fundamental en la expansión del género negro en la cultura popular.
Su primer éxito, Little Caesar, crónica del ascenso y caída de una de las bandas de Chicago, se considera el primer clásico del género de gangsters y fue adaptado enseguida a la gran pantalla con idéntico éxito.
Los viajes de Burnett a través de las alcantarillas de la sociedad nos dejaron obras de gran impacto en el policiaco, tanto por la riqueza de sus argumentos como por esa humanidad casi imposible que destilan sus personajes en medio de ambientes oscuros y brutales.
La jungla de asfalto gira en torno al grupo de personajes que forman equipo con el objetivo de robar una joyería. Los intereses particulares, las traiciones y los giros inesperados van arrastrando a cada uno de los desesperados personajes a su particular callejón sin salida.
Una obra maestra del cine que tuvo su origen en una novela imprescindible.
Asesinato en el comité central de Manuel Vázquez Montalbán
El periodista y poeta Manuel Vázquez Montalbán también destacó como novela negra, convirtiéndose en uno de los autores españoles más populares de finales de siglo.
Su detective protagonista, Pepe Carvalho, investigó todo tipo de casos durante los más de treinta años que transcurrieron entre la publicación de Yo maté a Kennedy y la de su obra póstuma, Milenio Carvalho. Carvalho es áspero como Philipp Marlowe, aficionado al buen comer como Hércules Poirot y (como cualquier detective de novela negra que se precie) celoso guardián de un lado humano que muy pocos conocen.
Con la Barcelona de Montalbán de fondo, Carvalho y su fiel escudero Biscúter, son testigos de la historia española desde los últimos coletazos del franquismo. El personaje y sus casos van evolucionando en paralelo a la sociedad a través de la transición hasta la España moderna de finales del siglo XX, brindándonos un documento histórico único.
En Asesinato en el comité central, Carvalho es contratado por el PCE para investigar el asesinato de su secretario general. Para ello se verá obligado a colaborar con un policía represor, se las tendrá que ver con miembros de los servicios secretos extranjeros y tratará de esquivar los impedimentos de los miembros de la cúpula del partido, quienes son los principales sospechosos.
Esperamos que esta pequeña muestra sirva para que te adentres por las callejuelas de la novela negra.
Chequea que el arma está cargada, comprueba que nadie te está siguiendo y siéntate a disfrutar.
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