La censura consiste tanto en restringir lo indeseable como promover lo deseable. ¿Cómo opera esta dinámica en materia audiovisual? Con el fin de dar respuesta a ese cuestionamiento, la presente obra indaga sobre las directrices institucionales y los marcos discursivos que modelan el paisaje audiovisual de Costa Rica a finales del siglo XX. En consecuencia, se demuestra que la censura forma parte de una política cultural, puesto que ejerce poder sobre lo que se debe proyectar en las pantallas. La investigación parte de una concepción de censura que supera los principios represivos, por ello se analiza la regulación cultural desde la productividad del discurso. Esto indica que más allá de prohibir una representación específica, se pretende ejercer control cultural sobre las narraciones o representaciones dentro del discurso público con el fin de defender o promocionar un determinado interés. Encima de esto, la obra rastrea la evolución de los medios por los cuales se consume el producto audiovisual y cómo esa evolución determina las nociones y acciones de censura. En específico, la obra aborda tres periodos: primero, el cambio institucional de la Oficina de Censura y el Tribunal Superior de Censura, ambos organismos dirigidos por Elizabeth Odio, ministra de Justicia (1978-1982), quien busca liberar el consumo audiovisual de los antiguos amarres; segundo, se determinan las directrices de la censura cinematográfica durante la década de 1980; tercero, se sigue la formulación, discusión y el tránsito legislativo de la Ley de Espectáculos Públicos (1995), la cual transformó los organismos censores y que determina la regulación audiovisual en la actualidad.