El más impropio verdugo por la más justa venganza. Francisco de Rojas Zorrilla Fragmento de la obra Jornada primera (En habiendo cantado la música, diga una voz en lo alto, sin oírse los músicos.) Una voz (Dentro.) Arrojadle de la escala, precipitadle, matadle, baje en átomos al centro, mida sin alas los aires; Faetón de sí mismo sea, que para la muerte dalle comisión de Dios tenemos. Todos (Dentro.) ¡Muera! (Baja rodando Alejandro desde arriba con broquel y espada, acuchillando a los músicos, y dice.) Alejandro ¡Oh, vil, canalla, infame! Músicos Parece que una montaña se vino abajo. Alejandro Esperadme, villanos; porque aunque todo el infierno os acompañe, pedazos os he de hacer; estos son, huid, cobardes. Músicos Tente, demonio, o quien eres, que como rayo bajaste desde ese balcón al suelo. Todos Huyamos. (Vanse los músicos.) Alejandro No ha de escaparse una filáziga humana de vosotros, ni de nadie de cuantos al paso encuentre, que escupo el alma en volcanes por los ojos y la boca. (Sale Carlos por otra parte con espada desnuda y broquel.) Carlos Hombre, detente, ¿qué haces? ¿Quién eres? Alejandro ¿Quién? El demonio. Carlos ¿El demonio? Obligárate la cruz deste acero mío, de las estrellas brillante espejo, a que huyas.