Uno de los puntos que más interesan en la actualidad, no solo a la España sino a la Europa entera, es el examinar a la luz de la razón los actos de gobierno ejercidos por Fernando VII en su borrascoso reinado, y darles su verdadero mérito y valor en justicia, porque este es el medio de apreciar el grado de confianza que puede inspirar para lo sucesivo. Libertado de las trabas que lo oprimían por la mano visible de la divina Providencia, que parece haber querido iluminar su espíritu y fortalecerlo con el temple de la adversidad, vuelve el deseado Fernando a empuñar las riendas del estado en circunstancias más difíciles y apuradas que nunca, si bien es cierto que puede contar con la cooperación de sus pueblos, y con el apoyo de los respetables monarcas europeos unidos para sostener los principios tutelares del orden social.