El primer tercio del Siglo VII surgen las áridas estepas y montañas de Arabia. Una nueva religión monoteísta, la tercera y última revelación de Dios en el entendimiento de los musulmanes, que en contra de todo pronóstico, triunfara en la gran península y luego se extenderá rápidamente por el medio oriente, la india y el Lejano oriente y por el norte de África. En el siglo VIII, huestes islámicas provenientes del Magreb cruzan el estrecho de Gibraltar e ingresan a la península Ibérica. No es una invasión, si no el producto de una invitación algo desesperada de las dos facciones cristianas en pleno conflicto bélico y religioso en Iberia, que busca sostenerse con el apoyo militar de los emergentes poderes musulmanes del norte de África.
