En sus páginas casi no aparecen los minoritarios grupos aristocráticos, ni de la sangre ni del dinero. Interesa más la gente común, las masas humildes que integraban la inmensa mayoría de la población. Nos ocupamos de sus actividades laborales, de las condiciones materiales en que se encontraban, de las dificultades por las que atravesaban, de la práctica de la mendicidad como estrategia. Todo ello desde una perspectiva de género y de edad. El mundo femenino y el de la niñez tienen un protagonismo especial. Las mujeres fueron las grandes damnificadas por la depauperación y en gran número tuvieron que prostituirse. Y qué decir de la niñez, desvalida, explotada y desamparada, aunque una mínima parte fuera recogida. No queda excluida, sino que por el contrario se destaca la presencia abundante de la muchedumbre desocupada, desplazada y menesterosa.