Los áspides de Cleopatra. Francisco de Rojas Zorrilla
Fragmento de la obra
Jornada primera
(Salen Irene y Lépido.)
Irene: Cansado, Lépido, estás.
Lépido: Irene, téngote amor.
Irene: ¿No te hiela mi rigor?
Lépido: Desdenes encienden más.
Irene: ¿Y los desaires?
Lépido: También.
Irene: Confiésote que es verdad,
que a una grande voluntad
la da sazón un desdén;
si cae sobre amor, yo siento
que es el desaire donaire,
mas no si cae el desaire
sobre un aborrecimiento.
Y así, pues tu engaño ignora
que tu amor aborrecí,
lo que te encendió hasta aquí
te puede helar desde ahora.
Lépido: Pues ya que saber merezco
que no me quieres?¦
Irene: Detén;
no es que no te quiero bien.
Lépido: Pues di, ¿qué es?
Irene: Que te aborrezco.
Lépido: ¿Ese extremo no es igual?
Irene: Diferente viene a ser:
una cosa es no querer,
y es otra querer muy mal.
Lépido: Y, en fin, me dices aquí?¦
Irene Ya tu oído lo escuchó.
Lépido: Que no me has querido.
Irene: No.
Lépido: ¿Y que me aborreces?
Irene: Sí.
Lépido: Con la amorosa pasión
no pensarán mis agravios
que lo que hablaban tus labios
dictaba tu corazón.
Mas la causa he de saber
por qué aborreces mi nombre.