Los intereses creados tiene el tono de una obra picaresca con aliento clásico. Jacinto Benavente construye una trama divertida y rápida, que relata la historia de dos personajes (Leandro y Crispín) quienes llegan a una ciudad y timo tras timo consiguen convertirse en próceres locales. Los intereses creados parodia el mito de cómo se consigue poder y notoriedad, forjando alianzas falsas que sirven para que otros aprecien el talento, la hidalguía o el buen de hacer de personas que carecen de semejantes atributos. En cierto modo esta obra disecciona la forma en que la notoriedad vana permite que seamos sobrevalorados hasta el punto en que, una vez hecho evidente el juego, nadie se atreve a admitir su propia frivolidad, mezquindad y vanagloria.