NO HAY SER PADRE SIENDO REY
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NO HAY SER PADRE SIENDO REY (ebook)

Editorial:
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Materia
Textos clásicos
ISBN:
978-84-9897-778-3
Formato:
HTML5 - Streaming
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No hay ser padre siendo rey. Francisco de Rojas Zorrilla
Jornada primera
(Salen el Rey y acompañamiento, con memoriales, el Duque, Alejandro y Rugero, hijos del Rey.)
Rey: Una silla me llegad;
la gota me trae sin mí,
Rugero: La silla tienes aquí.
Alejandro: Siéntese tu majestad.
Rey: (Aparte.) (Para males tan prolijos,
que a mis dos brazos iguala,
dos báculos me señala
mi vejez en mis dos hijos.
Bien que impropio se desmiente
entre los dos mi retrato,
pues éste tiene de ingrato
lo que estotro de obediente.
Reñirle pienso otra vez,
pues será buena ocasión.)
Hijos, paciencia, éstas son
pensiones de la vejez.
(Siéntase.)
Rugero: (Aparte.) (¡Que el Rey me estorbase así!)
Alejandro: (Aparte.) (¡Que ahora el Rey me estorbase!)
Rugero: (Aparte.) (¡Que esto sufra!)
Alejandro: (Aparte.) (¡Que esto pase!)
Rugero: (Aparte.) (Pero saldremos de aquí.)
(Llegue el Duque por un lado a hablar al Rey.)
Duque: ¿Señor?
Rey: ¿Qué decís?
Duque: Mirad,
que han reñido en este instante
el Príncipe y el Infante.
Rey: Ya lo sé, Duque, callad.
Duque: Porque remediéis lo digo
la causa de tantos males.
Rey: Ya os entiendo; memoriales;
no quede nadie conmigo.
(Vayan dando memoriales, y hace que se va Rugero.)
Rugero: Voime, pues vengarme espero.
Alejandro: La defensa es natural.
(Vase.)
Duque Yo cumplí con ser leal.
(Vase.)
Rey Esperad; no os vais, Rugero.
Rugero (Aparte.) (¡Hay tal vejez! Vive Dios?¦
¡Que esto consiento!, ¡esto escucho!)
¿Qué mandáis?
Rey Yo tengo mucho,
Príncipe, que hablar con vos.
Rugero Obedeceros intento.
(Aparte.) (Largo ha de ser el sermón.)
Rey (Aparte.) (Dios temple su condición.)
Estadme, Rugero, atento.
Seis años pienso que hará
que mi esposa y madre vuestra
a ser mejor cortesana
se partió a mayor esfera,
dejando a este reino triste
la admiración más suspensa,
la imaginación con ojos,
y la emulación sin lengua;
y a mí, con ser quien la pierde,
consolado, que es violencia
culpar, siendo oficio suyo,
a la muerte lo que lleva,
puesto que nos da de gracia
todo aquello que nos deja.
Decís que estoy ya muy viejo
(decís muy bien) y que fuera
razón que aquesta corona
pusiera en vuestra cabeza.
Esto ha de salir de mí,
que el gobierno y la grandeza
no consiste en procurarla,
sino solo en merecerla.
¿Sabéis a lo que se expone
el que un imperio gobierna?
No hay cosa bien hecha en él
que a los suyos lo parezca:
Si es justo, cruel le llaman;
si es piadoso, le desprecian;
pródigo, si es liberal;
avaro, si se refrena;
si es pacífico, es cobarde;
disoluto, si se alegra;
hipócrita, si es modesto;
es fácil, si se aconseja.
Pues si la virtud no basta
al que la virtud conserva
vos, todo entregado al ocio,
al apetito y torpeza,
mal podréis vivir buen rey
si aun ser bueno no aprovecha.

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