El análisis de las instituciones ligadas al poder regio en el Aragón de
los siglos XVI y XVII nos pone en contacto también con los ministros u
oficiales que las dirigían. Estos, miembros de la clientela real,
accedieron a los cargos mediante las correspondientes mercedes. Para
llegar a este punto, debemos mirar las relaciones de patronazgo y
clientelismo entre el monarca y las élites aragonesas, con unos vínculos
sujetos a las más diversas contraprestaciones por las partes
(servicios, traducidos en ayudas económicas o de hombres para la guerra,
a cambio de oficios, títulos, hábitos, prebendas, etc.). En este
escenario, donde convivían ministros de capa y espada, de toga y
diversos clérigos, partían con ventaja los componentes de alguna de las
redes de poder configuradas al amparo de la corte y de las citadas
instituciones. Todo esto aconteció en el marco de una Monarquía (la de
los Austrias) que fue imponiendo poco a poco el absolutismo en
detrimento del pactismo establecido, con raíces en las «tradiciones»
medievales.