El Puerto de Santa María, liberada desde 1729 del señorío de los Medinaceli, aprovechó el cambio de cabecera del monopolio americano (de Sevilla a Cádiz) para vivir en el siglo XVIII el momento más vibrante de su historia moderna. Se trata de uno de los puntos neurálgicos de la bahía gaditana, zona que en esa centuria adquiere un notable crecimiento demográfico, el control del comercio colonial, la expansión de sus principales núcleos urbanos, así como el prestigio social de su alta nobleza y sus élites burguesas.