En el 2010 los calendarios históricos de México y Chile coincidieron en un hecho emblemático: la conmemoración de doscientos años de independencia. Este doble bicentenario de dos países hermanados por la lengua y la cultura constituyó una buena oportunidad para hacer un alto en el camino y reflexionar sobre los saldos de nuestra ya dilatada vida republicana. Así, no sólo ensayamos el vernos a nosotros mismos en un contexto histórico, sino que también examinamos el estado de nuestra participación o incidencia en el exterior, en nuestras relaciones de cooperación con otros países.