La verdadera espiritualidad jamás pasa de moda. Todo hombre, en algún momento de su vida, es urgido por las circunstancias históricas y sociales que le rodean a buscar las -fuentes de agua viva- que calmen la sed que le devora.
En este sentido, la teología de la liberación ha tenido desde sus orígenes una profunda preocupación por indagar y proponer un camino real y concreto que permita el acceso al verdadero Dios de la vida. Para ello, y dentro de una comunidad movida por el Espíritu, el creyente es orientado al seguimiento de Jesús de Nazaret y al anuncio central de su Buena Noticia: la realización del Reino desde el acontecimiento liberador de la resurrección del Señor.