Apenas franqueada la berrera del siglo XX, podemos advertir que las Islas Canarias han entrado vertiginosamente en la modernidad. Tal ha sido la metamorfosis del archipiélago y el salto adelante efectuado para tratar así de insertarse en el mismo plano que el resto de las sociedades desarrolladas. Pero, pese a ello, siguen advirtiéndose algunas fisuras estructurales difíciles de superar. Y es que la distancia que separa a las Islas Canarias del territorio peninsular es algo más que un océano de agua y sal. El alejamiento físico, que en algunos periodos de la historia casi significó el olvido, vinculado a la condición archipielágica y unas precarias condiciones estructurales, dejan al descubierto una situación que pretende convertirse en el papel central de este ensayo: la diferencialidad de Canarias, o lo que es lo mismo, su hecho diferencial.