Cuando en la segunda mitad del siglo XIII los artífices del Códice Rico de las Cantigas de Santa María concluían su tarea en el scriptorium de Alfonso X (1221-1284), estaban lejos de imaginar que tan magna obra sería objeto de reproducciones y de estudios científicos sin cuento. Y es que este precioso libro iluminado ha sido sometido a los más diversos análisis por parte de la ciencia moderna dentro de una amplia gama de disciplinas. Los filólogos, los historiadores del arte y los de la ciencia siguen todavía tratando de desentrañar el cúmulo de informaciones que esta gran enciclopedia visual pone ante sus ojos. En palabras de la prestigiosa codicóloga Elisa Ruiz, los denominados códices ricos alfonsíes “son un tesoro lingüístico para los filólogos; un documento histórico fidedigno para el medievalista; una antología de excepción para el musicólogo, y un fresco inmenso y caleidoscópico en el plano icónico”. ¿A qué se debe tan amplio campo investigador? La respuesta es clara: la manera ejemplar con que los artífices del taller regio supieron diseñar la difusión del mensaje marial mediante tres vías de comunicación íntimamente relacionadas: texto, imagen y música, tres caminos en perfecta armonía magistralmente dirigidos bajo la batuta del rey Sabio.