Al término de la cruenta guerra, mal llamada ´civil´, cerca de la mitad del
profesorado numerario de las 12 universidades con que entonces contaba la
Universidad española quedó incapacitado para la enseñanza y la investigación
científica, tanto por quedarse en la tierra perdiendo la vida, la libertad, la
salud o la cátedra, como por elegir el camino del exilio. La mayoría de los que
optaron por el exilio fijaron la residencia en el continente americano,
principalmente en México, pero también otros países acogieron a la
intelectualidad española.