Y es que como proclaman los gurús de Silicon Valley, la promesa redentora de una tecnología sin fisuras nos permitirá solucionar ´todos los problemas del mundo´. El mesianismo tecnológico es la forma predominante que adopta la religión del progreso. Las fuerzas de esta tecnolatría, como nos recuerda Jorge Riechmann, sueñan hoy con la velocidad de escape: cada vez más lejos y cada vez más rápido es la divisa de los cambios tecnológicos para escapar de los límites biofísicos y de la condición humana, cuando en realidad lanzan a nuestras sociedades industrializadas a un violento choque que puede derivar en ecocidio, genocidio y antropocidio.