Este volumen estudia la espiritualidad ibérica fijándose en materiales heterodoxos, en un marco cronológico flexible cuyo foco está en la tradicional y artificial frontera entre la Edad Media y la Edad Moderna. Más allá de las evidentes porosidades entre las espiritualidades cristiana, sufí y sefardita, la construcción del paradigma se ve afectada por elementos culturales como catarismo, experiencialismo o individualismo, que llegarán a impregnar movimientos iconoclastas en connivencia con corrientes establecidas. Tales elementos contribuyen a dar forma al deseo antropológico de universalidad e iluminación en un periodo en el que el ser humano despierta a la exploración de su mundo, cobrando conciencia de su pequeñez, y embarcándose en la ampliación de su espacio vital, tanto físico como espiritual.
El iluminismo fue el catalizador de elementos heterodoxos que más hubo de influir en el caldo de cultivo que daría luz a la mística del Carmelo. La religiosidad popular estuvo en el génesis de movimientos divergentes que, en cierto modo, reflejaban la mentalidad de elementos inconformistas en la sociedad, que reaccionaban contra las ansiedades normalizadoras de las Españas reconquistadora, exploradora, imperial y contrarreformista. Los legados de las beguinas, de las beatas, de los movimientos que preceden y suceden al iluminismo, y del sustrato ecléctico que sustenta la producción espiritual en la España tardomedieval sirven para ilustrar la existencia de un canon trascendente, estético y teosófico cuyo proceso de formación estuvo moldeado por lo heterodoxo.
