CORDÓN GARCÍA, JOSÉ ANTONIO; GÓMEZ DÍAZ, RAQUEL; ALONSO ARÉVALO, JULIO; ALONSO BERROCAL, JOSÉ LUIS
En noviembre de 2004, la AAUP (American Association of University Professors) publicó el informe «Academic Freedom and Electronic Communications» (http://www.aaup.org/file/electronic-communications.pdf).
En ese informe se afirmaba que el medio electrónico debería garantizar la pervivencia de los mismos principios que habían sido consustanciales con el quehacer científico durante épocas precedentes, pero aprovechando las nuevas oportunidades que implicaban los nuevos sistemas de comunicación. Desde entonces las circunstancias en las que se desarrolla la comunicación científica han cambiado radicalmente, a pesar de que estamos hablando de poco menos de una década, obligando a la AAUP a publicar una revisión de ese primer informe (http://www.aaup.org/file/Academic%20Freedom%20 and%20Electronic%20Communications_0.pdf).
La evolución de las tecnologías de la información, la transformación de los contextos jurídicos en que se desarrollan estas, la emergencia de nuevos géneros y plataformas de aprendizaje, el crecimiento exponencial de las redes sociales en el entorno de la investigación, etc., han provocado un cambio de escenario que incide directamente en todas las prácticas académicas. El informe de 2004 se centró en gran medida en las cuestiones relacionadas con el correo electrónico y la publicación de materiales en los sitios web, online bulletin boards, sistemas de gestión de aprendizaje, blogs y listas de correo. Desde entonces, los nuevos medios sociales, como Facebook, LinkedIn, Reddit, Tumblr y Twitter, han ampliado las posibilidades de intervención social, favoreciendo el intercambio y la descentralización de unos contenidos académicos regidos por los principios de la jerarquía y el canon.
Estos cambios, además, se han magnificado por la creciente proliferación de nuevos dispositivos de comunicación electrónicos, como teléfonos inteligentes y tabletas, cada vez más frecuentes en el entorno universitario, tanto por parte de los docentes como de los alumnos, lo que ha motivado que la información académica diversifique cada vez sus vías de difusión y acceso. Esto ha conducido a las instituciones a promover el desarrollo de políticas BYOD (bring-your-own-device). Al adoptar este tipo de filosofía, una institución puede afrontar mejor las necesidades surgidas al amparo de la aparición de sistemas de enseñanza y aprendizaje nuevos, favoreciendo no solo el aumento de la movilidad, sino también una mayor integración de su personal, y un incremento de los rendimientos en el trabajo y el estudio. Los usuarios han pasado a desempeñar un papel mucho más activo en la generación y difusión de los contenidos. El concepto de aula se ha ampliado considerablemente, rompiendo las fronteras de un espacio físico determinado, de tal manera que los escenarios se han ampliado a todo lugar donde el aprendizaje se produce.
Los cambios afectan a todos los eslabones del sistema de enseñanza-aprendizaje, que se ha visto obligado a modificar muchas de las premisas en las que se fundamentaba para adaptarse al nuevo contexto educativo. La universidad no solo no ha quedado al margen de todo este movimiento sino que lo ha liderado en muchos sentidos, ofreciendo prototipos educativos que responden a los nuevos modelos curriculares, fruto de una filosofía de prospección y adaptación permanente. En este contexto la publicación de los resultados de investigación, de materiales y recursos científicos de todo tipo, forma parte de las tareas y obligaciones que ha contraído la universidad con la sociedad y representa uno de los marcos donde la experimentación y la innovación han adquirido mayor consistencia. El binomio investigación-comunicación se ha visto reforzado por sistemas que han intensificado las posibilidades de viralización de los contenidos, de extensión de las comunidades científicas, de contraste con la crítica especializada, de promoción y socialización de los recursos, con un mayor nivel de visibilidad y de inmediatez.
Un contexto en el que el libro electrónico ha ido adquiriendo una importancia cada vez mayor, recuperando un papel que las limitaciones del entorno impreso le habían obligado a abandonar. Las demoras en la publicación, las limitaciones presupuestarias, las exigencias de inmediatez y actualización, lo habían ido relegando a los reductos de aquellas áreas en las que la investigación transitaba por cadencias temporales menos categóricas. La monografía científica, desde hace unos años, se estaba convirtiendo en un subproducto de las actividades de investigación circunscrito a las recopilaciones colectivas, a los homenajes y conmemoraciones o a los precipitados esporádicos y extemporáneos de una obra personal o comunitaria. La prevalencia del artículo científico sobre otras formas comunicativas había desencadenado una jerarquización documental asimilada implícitamente por todos los sectores implicados en el entorno académico, esto es, tanto por los investigadores como por los organismos encargados de su acreditación y certificación.
Con el libro electrónico se comienza a romper esta tendencia, y la aparición de modelos de publicación más operativos y adaptados a la dinámica científica, de sistemas y arquitecturas de la información más abiertas y competentes han dado lugar a desarrollos acordes con las necesidades que las diferentes áreas científicas tienen planteadas para la difusión de sus investigaciones.
El modelo de publicación en abierto cobra cada vez más importancia, son numerosas las instancias y organizaciones que apuestan por él con una voluntad decidida de desarrollo similar a la que viene afectando a las revistas científicas desde hace unos años. Las instituciones que se implican con el modelo de acceso abierto crecen de manera continuada. Una de las ultimas en sumarse ha sido la Unesco que en diciembre de 2013 anunció el acceso gratuito a través de internet a más de 300 libros y documentos bajo licencia Intergovernmental organizations (IGOs). Con ello la UNESCO busca contribuir a reducir la distancia entre países industrializados y aquellos que se encuentran en vías de desarrollo. Con este propósito, ha decidido ir más allá en lo que se refiere a compartir el conocimiento, promoviendo la Iniciativa de acceso abierto y adoptando una nueva Política para sus publicaciones (https://es.unesco.org/open-access/sites/open-access/files/oa_policy_rev2_2.pdf).
El acceso abierto ofrece una entrada ilimitada a la información científica y hace posible que cualquier persona pueda utilizar la información digital sin restricciones. Gracias a este acceso, los costos elevados y los derechos de autor dejan de ser un obstáculo para la difusión de la información científica. Cualquier persona es libre de agregar información, modificar el contenido de un texto, traducir a otros idiomas o compartir la versión integral de una publicación digital.