La dictadura franquista hizo del centralismo administrativo y de la represión contra las reivindicaciones políticas y culturales de los nacionalismos sub-estatales una de sus características distintivas. Sin embargo, la represión fue acompañada por un paralelo intento de (re)significación en sentido nacional español de las llamadas «regiones históricas». Reconvertir o reafirmar las regiones como «entrañables afluentes de la patria» constituyó uno de los desafíos sobre el que el franquismo tuvo que medir su capacidad política y cultural de hacer o deshacer españoles.