Aún sin declararse expresamente como feminista, la escritora francesa Sibylle Gabriell Marie-Antoinette de Riquetti de Mirabeau (1849-1932) con el nombre de pluma de Gyp, sí se valió de sus heroínas para modelar discursos disidentes a los pautados por la tradición consuetudinaria. Todo ello, al tiempo que analizaba la hipocresía de una sociedad encorsetada en los postulados patriarcales y reivindicaba una consecuente voluntad de cambio. En la obra silenciada de la condesa de Martel, quedaron patentes numerosas de las insignias que desde las proclamas feministas de entresiglos empezaban a vislumbrarse: la abolición de unos códigos estéticos opresivos, la delación de una anacronía “violencia de género” o la incorporación de las mujeres a un masculinizado mundo del deporte. Yendo a la vanguardia de su época, Gyp logró esbozar los entresijos de la teoría feminista actual, desprenderse de las etiquetas de género y promover un arquetipo femenino que, ante todo, merecía ser libre.