El personalismo de Leisen va muy unido a una lectura en profundidad del corazón humano y su vocación al genuino amor. En tiempos en los que los totalitarismos de todo signo –pero especialmente el nazi – propugnaban el desprecio hacia los más nobles sentimientos humanos y ensalzaban la agresividad y la violencia, Leisen dibujaba en la pantalla a personas sencillas ejerciendo su dignidad creciendo en el amor. Trabajadores y trabajadoras, personas de minoría étnicas e incluso con riesgo de exclusión social, monjas de clausura o personas con discapacidad … todos reciben la llamada para hacer de su vida algo pleno desde la alegría.
