EPISTOLARIO MANUEL DE FALLA - MARÍA LEJÁRRAGA Y GREGORIO MARTÍNEZ SIERRA (1913-1943)

EPISTOLARIO MANUEL DE FALLA - MARÍA LEJÁRRAGA Y GREGORIO MARTÍNEZ SIERRA (1913-1943) (Libro en papel)

Editorial:
UNIVERSIDAD DE GRANADA
Año de edición:
Materia
Historia
ISBN:
978-84-338-6605-9
Páginas:
368
Encuadernación:
Rústica
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Este volumen recoge, por primera vez, el epistolario completo entre Manuel de Falla y los Martínez Sierra, María y Gregorio, contextualizado y cuidadosamente anotado. Fue la suya una relación profesional intensa y fecunda, que en buena parte coincide con uno de los momentos más creativos del músico y, sin duda, de mayor relación del compositor con el teatro, que marcó un hito en la trayectoria dramático-musical de Manuel de Falla. Del mismo modo, de su colaboración con el músico gaditano surgieron los más duraderos logros artísticos de los Martínez Sierra como autores y realizadores escénicos: la gitanería y posterior ballet "El amor brujo"; la pantomima "El corregidor y la molinera", que daría lugar al ballet "El sombrero de tres picos", al margen de otros proyectos que transitan por este epistolario, como "Pascua florida", "Clara Gazul" o "Fuego fatuo".

La lectura de este epistolario desvela también una profunda relación personal de amistad entre sus protagonistas, especialmente entre María Lejárraga y Manuel de Falla, a pesar de sus diferencias de carácter. Amistad profunda y respetuosa, que les lleva a hablar de todo lo divino y lo humano, de política o religión, de feminismo o teatro, de amigos comunes, empresarios y editores, pero también de su vida cotidiana, de sus afanes y preocupaciones, de sus viajes, de lo que piensan y sienten, de sus anhelos, entusiasmos y frustraciones, de proyectos de vida.

Poco podía imaginar María Lejárraga, cuando en 1911 publicó —con el nombre de su marido, como casi toda su producción—Granada. Guía emocional, que ese libro, inspirado por su visita a la ciudad con su esposo en 1906, iba a ser fundamental en su vida personal y artística. Cuando conocieron a Falla en París, en 1913, supieron que, sin pretenderlo, se habían convertido ya en colaboradores del músico. Aquellas maravillosas descripciones de la ciudad que ella llamó "La Jerusalén de Occidente", de la Alhambra, su bosque, sus fuentes y sus arrayanes, habían servido para sacarlo de su sequía compositiva para componer sus Noches en los jardines de España.

Su amistad se rompió en 1921, a raíz de los desencuentros por Don Juan de España. María nunca dejó de interesarse por su amigo, pero las vidas de los tres protagonistas de este epistolario discurrieron ya separadas para siempre. En las páginas de este volumen vuelven a latir ante unos lectores que, en principio, no estábamos invitados a participar en ellas. Merece la pena disfrutar de este privilegio.