Tal vez no haya mejor introducción a la obra de Nietzsche que su correspondencia, tan deudora del hombre Nietzsche como aquella, aunque de forma más concreta y contingente. Carta tras carta Nietzsche deja constancia del peso de los desengaños amistosos, del sufrimiento físico, de sus reacciones a la desesperantemente lenta recepción de su pensamiento, de la creciente soledad afectiva a la que se vio abocado... Y lo hace con voz cambiante, unas veces seductora, otras crispada, intensa siempre, dibujando con ella un auténtico -Ecce homo-, su otro -Ecce homo-, capaz siempre de interpelar, sin concesiones ni desfallecimientos, al lector, como su propio lema moral: -cada uno debe hacer a su modo lo mejor para sí mismo-.