Laura desgrana sus sentires de una forma viva, sincera, apasionada. Su derecho de ser mujer lo aliña con tal crudeza y honestidad que linda entre lo impúdico y lo sublime. Aboca sobre el terreno una pasión sin rienda que abona un campo de íntimos sentires y profundas pasiones por un arte que la posee y la atenaza. El flamenco la lleva en sus alas y más que bailar lo vive en carne propia. Resucita el duende entre los muertos y nos regresa al principio de la historia. Sin saberlo pertenece y recrea una vez más las intensas jornadas de los cabales tratando de decir lo indecible y poniendo las palabras al poema que le brota sin mesuras.