Esta publicación reflexiona sobre el trabajo del artista estadounidense Horace Clifford Westermann (1922-1981), quien armó una escultura particular y característica, generalmente en madera con artes de ebanista virtuoso pero también en otros materiales y técnicas, como el metal, el vidrio o el esmaltado. Sin recurrir a un único estilo, compuso objetos cargados de significado y en muchos casos de ironía, con los que capturaba la experiencia compleja, contradictoria y discontinua de su tiempo para construir fragmentos de realidad.