En una perspectiva histórica de suficiente profundidad, pongamos por caso, veinticinco años, las personas y las cosas con ellas relacionadas adquieren una luz muy especial. Hace justamente esos veinticinco años que José Barreiro murió en el exilio francés y, en consecuencia, ahora podemos valorar su vida y su pensamiento con una enorme claridad: la claridad que la luz proporciona.
Desde la pequeñez de lo presente, llama poderosamente la atención la trayectoria y la figura de algunos políticos socialistas que apechugaron con una conmovedora serenidad y entereza con lo que el destino les deparó. Un destino que ellos mismos modelaron en alguna medida y que pidiendo haber sido de consecuencias felices para ellos y para el resto de los trabajadores a los que defendían y representaban, acabó por conducirles al trasterramiento y la tragedia personal y familiar que siempre supone el abandono de la propia tierra. Por eso, cuando ahora se escuchan en boca de militantes o responsales del partido lamentaciones sobre las consecuencias en su vida personal de su militancia política socialista, la referencia simétrica inmediata debe ser (puede ser) José Barreiro. Otros militantes socialistas han vivido circunstancias similares, y todas ellas son de merecido reconocimiento. Yo quiero, no obstante, personalizar ese aprecio en José Barreiro. No tengo espacio para analizar en detalle alguno de los aspectos de su vida que merecen algún detenimiento. Quiero, sencillamente, poner de manifiesto que la trayectoria de Barreiro a mí me parece ejemplar. Júzguese, si no, situándose cada cual en la Asturias y la España que vivió en su juventud y madurez.
Luis Martínez Noval
Diputado Nacional por Asturias
Texto perteneciente al prólogo del libro José Barreiro García. Intelectual y dirigente socialista.
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