La prensa de información llega a ser una industria y el periodismo una profesión. Se dirigen a todo tipo de lectores a los que permiten entender el mundo moderno.
También evoluciona el estatuto del libro y del escritor, con la lectura pública y la aparición de nuevas editoriales. El vínculo creado por la democratización de la expresión escrita promete otro contrato social, mientras el poder intenta también valerse de la expansión de este medio para ejercer un control político.
Se afirman pues, hasta los años treinta, la dinámica, aparentemente contradictoria, de la modernidad social en la que se conjugan las nuevas fuerzas del mercado, los anhelos de una sociedad de masas y los deseos individuales de emancipación.