Tras recopilar ese excelente recetario que es -La cocina de las monjas- (BE 1636), LUIS SAN VALENTIN continuó su peregrinar por una serie de conventos en los que los tradicionales recogimiento y contemplación que caracterizan la vida de los frailes le permitió constatar que también en las comunidades masculinas se daban las condiciones óptimas -como el aprecio por las cosas sencillas y, sobre todo, un ritmo vital exento de prisas- para acercarse a los fogones. LA COCINA DE LOS MONJES nos ofrece una serie de recetas provenientes de una veintena de monasterios y conventos, en las que destaca la utilización de productos sencillos y sustanciosos y una rigurosa acomodación a los productos característicos del lugar y de la temporada. Una breve reseña histórica sobre las órdenes y conventos que han proporcionado estas recetas y un índice de fácil consulta completan el volumen.