Hay que atreverse a hacer lo que uno quiere, pero antes hay que saber de qué se trata. A pesar de ser hermanas, o quizá por ello, las vidas de Ana y Lucía han llevado rumbos puestos. La ambición y la cabeza guiaban a una, mientras la otra se dejaba llevar por los soplos de todos los vientos sentimentales. Más allá de las viejas historias familiares, nada hacía presagiar que sus caminos pudieran cruzarse. El control del poder en la empresa familiar, las relaciones entre jefes y subordinados y lo inevitable de los sentimientos se concentran alrededor de una muerte y abren la puerta a la huida. La extraña geometría emocional, que atrapa y enreda a los personajes, quizá no deje a todos ellos obtener lo que desean.