La genial elaboración hecha por Kant de la noción de -a priori- ha provocado una revolución copernicana en la forma de conocer la realidad y en el sujeto que la conoce. No en vano, el redescubrimiento del -a priori- tiene como primera consecuencia la propuesta de un hilo conductor sistemático para la metafísica, pero también el compromiso de ésta por investigar la real capacidad de la razón respecto a todo conocimiento puro -a priori-.
Kant considera que lo -a priori- tiene una función trascendental, según la cual lo dado se relaciona con el sujeto; por ello, es el -a priori- el que funda la experiencia y no al revés.
Esta afirmación, en apariencia simple, ha desencadenado un sinfín de dificultades que la reflexión contemporánea ha tratado de esclarecer. Acercarse a una solución a la altura del hombre actual es la finalidad de esta obra, en la que la filosofía vuelve a reclamar su papel como formuladora de la verdad de la experiencia desde la razón.