Estas moléculas son las enzimas, que al operar en condiciones experimentales suaves, se han convertido en pilares esenciales para la sostenibilidad de muchos procesos industriales. El ser humano ha aprovechado el enorme potencial de estos catalizadores biológicos y los produce a gran escala a partir de cultivos de microorganismos para incorporarlos a muchas de nuestras actividades cotidianas: para obtener alimentos saludables (productos sin lactosa, grasa de cacao, zumos, etc.), biocombustibles y polímeros, producir detergentes, tratar prendas textiles, en la producción de antibióticos o incluso en el tratamiento de enfermedades genéticas o en análisis clínicos.