Desde principios del siglo XIX, la práctica de la lectura y la escritura ha cambiado debido a los avances tecnológicos y a las diferentes necesidades comunicativas que han ido surgiendo de los nuevos entornos mediáticos. El constante desarrollo de la tecnologías de la información y de la comunicación facilita el consumo y creación de productos digitales y, además, favorece la participación y la colaboración. Así mismo, estas tecnologías promueven la interactividad en ecosistemas digitales que construyen significado a través de la interacción de diferentes elementos icónicos, verbales y sonoros. En el ecosistema del libro, la mediación de la tecnología ha supuesto la aparición del dispositivo de lectura, que, junto con la aparición de la web y del hipertexto, ha modificado el proceso lector y la tradición centenaria basada en el uso del papel. El tiempo que antes se dedicaba a leer el periódico, ver la televisión o escuchar la radio hoy se distribuye, de manera atomizada, entre Twitter, Facebook, WhatsApp, libro impreso, plataformas de transmisión, eBooks, Podcasts, Instagram, Wattpad, YouTube...