Paul Celan destinó a la publicación apenas 500 poemas, pero tras su muerte se encontró en su legado casi el mismo número de poemas póstumos. Esta proporción entre la obra reconocida por el autor y su producción literaria real muestra la enorme exigencia que Celan imponía a su escritura poética. La decisión acerca de la publicación de sus poemas fue variando a lo largo de las distintas fases de la vida creadora del poeta. Es verdad que se conservan poemas inéditos pertenecientes a las distintas épocas de la obra. Pero mientras que en algunos volúmenes como, por ejemplo, De umbral en umbral, Reja de lenguaje, Cambio de aliento o Compulsión de luz fueron recogidos, salvo contadas excepciones, casi todos los poemas de la época, existen en otros periodos grandes conjuntos de poemas no publicados, que casi alcanzan en extensión a la obra publicada. Paul Celan había pensado en publicar un reducido grupo de poemas póstumos, pero nunca llegó a realizar este proyecto. Abrigaba la idea de un volumen en el que a lo ya publicado, y a algunos aforismos, se sumasen también poemas de ocasión inéditos. No obstante, se preocupó por designar la amplia producción póstuma perteneciente a los dos últimos años de su vida con etiquetas del tipo de «No publicar!», «No publicar nunca!» o «Impublicable». Y, con todo, nunca destruyó estos poemas; al contrario, los guardó e incluso ordenó cuidadosamente, junto con todas sus versiones previas. Ambos actos, tanto la prohibición de publicarlos como la custodia de los poemas, forman parte de una única última voluntad.