La muerte de su madre, en 1971, transforma a Rosario Ferré de madre kamikaze en aventurera de la lengua. La pérdida de esa mujer extraordinaria embarca a Rosario en una nueva vida, y hace de su escritura su profesión. Cuarenta años más tarde, la aventura culmina con esta ofrenda que recuerda a su madre en ese estilo paradójico que es la firma de Rosario Ferré.