Después de tantos siglos de experiencia, extradición, de buenas relaciones, nosotros mismos, con las mismas manos llega el momento deseado, siempre, oscuramente deseado siempre de cortar las amarras una a una, sajarlas muy despacio, siempre juntos, sin caer en lo mismo, desde antiguo, asomarse a la vida diferentes, y proclamar, desnudos, nuevos días. Cuesta. Muchísimo. Y es cierto, a fuego que la empezamos hace mucho tiempo, a sernos diferentes, y distintos desde ayer mismo, que nos conocimos. Acabo de lograrlo. Hace una hora. Un día, una semana, acaso un año; acabas de lograrlo. Un hombre nuevo (sin que me guste lo de nuevo), un hombre y una mujer acaban de encontrarse en mitad de la vida, sin sentido, amada nueva, vieja