Escribió hace años Octavio Paz: ? Más que una semilla, el fragmento es una partícula errante que solo se define frente a otras partículas: no es nada si no es una relación. Un libro, un texto, es un tejido de relaciones?. Este volumen, que entre otras actitudes, deplora con gracia gentileza la chapucería e improvisación reinantes en las artes y demás disciplinas del espíritu, en un mundo gobernado por obsolescencia consumista y el simulacro (donde el tosco utilitarismo que se busca en los libros no supone sino otra dudosa panacea para uso de necios e inmorales), también es el fruto de una disposición mediática, paciente, personal y risueña, que despojada hasta la elipsis mediante el empleo de la paradoja o la metáfora, apretada en su simetría a fuerza de comparaciones, confía en la eficacia formal del lenguaje al objeto de estimular en el lector su capacidad crítica en el sentido ameno de la expresión.