De noviembre de 1936 a diciembre de 1939 los maestros de la provincia de Salamanca fueron depurados. El objetivo era lograr el control del magisterio primario: doblegar y separar de la enseñanza a los más rebeldes y someter al resto a las directrices del nuevo régimen.
De los 1200 maestros con destino en la provincia (cifra aproximada) fueron expedientados 228, y al resto se le dejó hacer desde los primeros meses de 1937, en una especie de confirmación en el destino, no libre de sospecha mantenida en el tiempo. De los 228 expedientados, 32 fueron separados del servicio y dados de baja en el escalafón, y 6 inhabilitados para el desempeño de escuela o para continuar estudios. Unos y otros fueron la minoría que recibió el más crudo castigo. El resto fue sancionado con suspensiones temporales, traslados, inhabilitación para cargos y reposición con pérdida de haberes e instrucción de expedientes.
A la vista de estas cifras es evidente que la depuración del magisterio fue en Salamanca menos cruda que la nacional. Como también es dudoso que se consiguieran los objetivos con las sanciones impuestas. Aunque, a la postre, sí se consiguió el control del magisterio, pero por otra vía, además de la de las sanciones: la de la amenaza, la sospecha, el dolor y el miedo mantenidos durante largo tiempo. A lo que se sumaron otras medidas represivas (causas militares, detenciones y cárcel, expedientes varios e incautación de bienes) que maceraron lentamente al magisterio salmantino. Pero de esta represión no se trata aquí, sino en un próximo trabajo.
Por último, junto al estudio de la depuración, el lector dispondrá en la segunda parte de un resumen de todos los expedientes abiertos a los maestros, incluidas las resoluciones de sanción publicadas en el BOE y BOP.