Esta obra analiza la trayectoria vital de Joaquín Lorenzo Villanueva y Astengo (1757-1837), especialmente a partir de su crisis de conciencia en 1810-1814 y persecución posterior. Un eclesiástico ubicado en el tránsito del Antiguo Régimen a la revolución liberal. Su religiosidad, de base jansenista, pronto fue alimentada por el regalismo, el episcopalismo, la defensa de una Iglesia nacional y el constitucionalismo. Su figura es el ejemplo vivo de la compleja convivencia de dos mundos, el de la Ilustración católica y el del pensamiento liberal racionalista, que él trató de hacer compatibles. Esa fue su meta, su obsesión y su desgracia, que se fraguó en un largo exilio hasta su muerte.