A comienzos del siglo pasado constituía un rasgo destacable, por insólito en tierras del antiguo reino de Valencia, la perduración de la propiedad de pasado señorial en un conjunto de pequeños municipios del Bajo Segura, antiguos estados nobiliarios.
En 1904 los ingenieros del Servicio Agronómico Provincial de Alicante resaltaban que “la propiedad territorial está muy dividida en toda la provincia, si se exceptúa la huerta de Orihuela, donde existen algunas fincas que ocupan todo un término, como, por ejemplo… […] pero estas propiedades solo en parte son llevadas por sus dueños y lo demás está repartido entre un número mayor o menor de renteros”.
Al finalizar el primer tercio del siglo XX, el Registro de la Propiedad Expropiable reflejaba una situación similar, al tiempo que evidenciaba la singularidad del hecho en el ámbito valenciano. Este contraste es el que incita al estudio comparado de las causas que han producido resultados tan diferentes y motiva este trabajo de geografía histórica.
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