El problema del azar constituye hoy día un elemento central en las ciencias naturales e históricas. También en la práctica política. Lejos de una cosmovisión determinista, hemos asumido que la incertidumbre es un factor constitutivo del mundo, de nuestra forma de entenderlo y de transformarlo. La ausencia de absoluta certeza nos sitúa frente a los límites de la razón, aunque esto no implique su abandono. Domesticar el azar es una ambición de larga data.
Thomas Gataker, un presbítero calvinista inglés, publicó en 1619 Of The Nature and Use of Lots: A Historical and Theological Treatise, una obra que generó un auténtico terremoto en Inglaterra y que supuso un intento pionero por naturalizar el azar y dejar de considerarlo como un fenómeno sobrenatural, producto de la Voluntad Divina. Preocupado por sus usos, Gataker elabora una tipología en la que reconoce la legitimidad de los sorteos serios, que reparten propiedades y cargos, y de los recreativos; mientras que condena los sobrenaturales, asociados a la magia y la adivinación. Realizando un auténtico recorrido etnográfico a través de los usos del azar en la historia de Occidente, Gataker interviene en una polémica de gran calado, en la que se cruzan la historia del surgimiento de la probabilidad, refinados argumentos teológicos sobre la salvación y un profundo conflicto de legitimidad en torno a la autoridad religiosa, en un contexto de intensa crisis social y política.