En 1938, Virgilio y sus dos hermanos Carmen y Carlos, formaron parte de una de las últimas expediciones de niños españoles evacuados a la Unión Soviética, en la que, por causas mayores que el autor relata en el libro, residió 54 años. En 1992 regresó a España con su familia rusa. El libro, ciertamente autobiográfico, nos permite además percibir las difíciles vidas de sus compañeros españoles -los otros niños de la guerra- con muchos de los cuales convivió casi medio siglo. El autor muestra su gratitud al pueblo soviético que lo acogió aunque no oculta aquellas aberraciones políticas, económicas y humanas que, según su opinión, contribuyeron considerablemente a la desintegración de la Unión Soviética.