Como señaló Bertrand Russell en el prólogo a la traducción inglesa de 1922 (reproducido en esta edición), el tractatus logico-philosophicus -merece por su intento, objeto y profundidad, que se le considere un a contecimiento de suma importancia en el mundo filosófico-. La obra, a la vez clara y difícil, crispada y rigurosa, ofrece -en un lenguaje af orístico, digno de la mejor prosa alemana- una filosofía del lenguaje y de la matemática, una reflexión acerca de la naturaleza y de la acti vidad filosófica y una concepción del mundo.