Durante mucho tiempo se representó al cuerpo como un objeto cerrado. Luego de largos siglos de empeños incansables de la ciencia médica, el misterio se resolvió en un laberinto de conductos, tubos, conectores, válvulas, cámaras, álabes y ruedas vivientes de los que el cuerpo se vale para absober la energía del medio externo o incoporándola en su admirable y compleja estructura y garantizando así su funcionamiento.