Muchos son los estudios publicados sobre las constituciones que han estado en vigor a lo largo de nuestra historia, pero el libro que presentamos analiza la historia constitucional que pudo ser y no fue, de proyectos que hubieran podido cambiar nuestro pasado y, por tanto, nuestro presente.
Su estudio no representa sin embargo una entelequia, ni un ejercicio de ficción constitucional. Ciertamente algunos de esos proyectos forman parte de un “constitucionalismo utópico”, es decir, de una concepción doctrinal difícilmente realizable, al menos en el momento en el que fueron concebidos. Pero existen otros apegados a la realidad que simplemente fracasaron por ser obra de una corriente política que en ese contexto se hallaba en minoría, o por simples avatares históricos. No pocos de estos proyectos fueron visionarios, al asumir modelos que tiempo después acabarían convirtiéndose en Constituciones válidas.
Es, por tanto, un libro que destaca por su gran originalidad en su campo temático.
La historia constitucional española no se reduce a aquellos textos normativos que tuvieron la fortuna de convertirse en la regla de gobierno aplicable. También forman parte de ella los diversos proyectos constitucionales –tanto privados como institucionales– que fueron diseñados con ese mismo objetivo pero que, debido a las más variadas coyunturas, no lo lograron. El presente estudio analiza el origen, contexto, contenido y avatares de casi setenta proyectos constitucionales diseñados en España, muchos de ellos inéditos, explicando por qué no llegaron a triunfar, y qué habría supuesto para la política de ese momento si lo hubieran conseguido. A su través se ofrece una imagen insospechada de nuestra historia constitucional, mucho más temprana, rica y sorprendente de lo que habitualmente se había planteado. Una historia en la que se delinearon alternativas que luego tardarían más de un siglo en realizarse, y en la que se descubren influencias foráneas antaño desconocidas. Estos proyectos delatan que la historia constitucional española no se limitó –como a menudo se ha concebido– a bascular entre el constitucionalismo progresista y el moderado, sino que fue un crisol de ideas de las que sólo una parte muy reducida llegó a convertirse en auténticas Constituciones.
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