Breve biografía
Sigmund Freud nació en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor, República Checa), el 6 de mayo de 1856.
Su padre se dedicó principalmente al comercio de lanas, y en el momento de nacer él, tenía ya cuarenta y un años y dos hijos fruto de un matrimonio anterior.
Su madre, veinte años más joven que su esposo, era, según relatos que se han podido recopilar de sus nietos, una mujer de gran temperamento, inteligente y con una notable fuerza de voluntad. Freud desarrolló una relación emocional muy intensa con ella.
En 1859 la crisis económica afectó profundamente a los negocios de su progenitor, y la familia tuvo que trasladarse a Viena, donde vivieron largos periodos de estrecheces económicas.
Aunque siempre mostró aversión por esta ciudad, Sigmund Freud residiría en Viena hasta 1938, cuando se vio obligado a abandonarla debido a la ambición expansionista nazi y a su condición de judío y se exilió en Londres, donde murió un año después a causa de un cáncer.
Su biografía es sin duda una de las imprescindibles.
Los comienzos
Sigmund Freud fue becado para estudiar e investigar en París. Allí conoció a Jean-Martin Charcot, un famoso neurólogo estudioso de la hipnósis.
Al regresar a Viena compartió las teorías de Charcot con otros médicos, aunque lo que encontró fue reticencia y rechazó, salvo en el caso de su amigo Josef Breuer, junto con el que posteriormente redactaría redactando con él la obra inaugural de la historia del psicoanálisis.
Breuer llegó a la conclusión de que la histeria estaba causada por experiencias traumáticas del pasado que los sujetos reprimían; por tanto, exteriorizar esos pensamientos y aceptarlos de manera consciente, era el camino a su curación.
Este hallazgo cimentó todo el posterior desarrollo teórico de Freud.
Hacia el psicoanlálisis
Freud desarrolló un modelo que explicaba de forma innovadora el funcionamiento de la mente humana. En este, la mente consciente es solo la punta del iceberg.
En la mente inconsciente se albergan nuestros impulsos y deseos primitivos. Estos permanecen escondidos en el subconsciente mediante el proceso de represión, lo que afecta a la conducta de manera negativa.
Para comprender el modo en el que, hipotéticamente, lo inconsciente domina lo consciente, desarrolló conceptos como aparato psíquico -compuesto por el ello, el yo y superyó- o mecanismos de defensa, mediante los cuales la psique evita afrontar los hechos que le suponen un conflicto.
En La interpretación de los sueños, Freud desarrolla la idea de que los sueños podrían ser el vehículo con el que los pensamientos inconscientes viajan a la consciencia cifrados de manera simbólica.
Así, los sueños serían expresiones de deseos reprimidos que saldrían a flote una vez nuestra mente consciente bajase la guardia.
Si no leíste nuestro post dedicado a libros sobre los sueños, no te lo pierdas.
Pero no sólo se fijó en los sueños. Freud también intenta explicar los mecanismos psicológicos fundamentales que se encuentran tras nuestras acciones cotidianas.
A su modo de ver, los lapsus, confundir palabras a la hora de expresarnos y, en general, lo que él llamaba actos fallidos, también son manifestaciones del inconsciente.
Otra de sus obras más destacadas es Tótem y tabú. Ahonda en los orígenes de nuestra especie mediante interpretaciones psicoanalíticas proyectadas sobre la antropología, así como en el carácter represivo de la sociedad civilizada.
Tiene implicaciones sobre temas como la religión, los rituales y hasta la arqueología. Por tanto, su contenido es más filosófico y antropológico que en el resto de su obra.
Ya hablamos sobre ella en nuestro anterior post sobre los libros de Nietzsche, pues ambos autores coinciden en destacar el papel de las religiones occidentales como mecanismo de control sobre la voluntad del ser humano.
Otro de los libros de Freud más importantes desde la perspectiva de la psicología social es El malestar de la cultura.
Por supuesto, el ser humano, como ser social, busca la aceptación de su entorno. Es aquí donde los deseos primarios del individuo entran en colisión con las normas de comportamiento y los intereses de las sociedades civilizadas.
La cultura hace que moldeemos nuestras acciones e incluso pensamientos, tanto a nivel individual como colectivo. Se trata de una estrategia adaptativa. De ahí que se genere esa fuerte dualidad entre el ser social y el ser individual.
Otra teoría que cimenta el psicoanálisis es la de las pulsiones, fuerzas motivadoras que hacen que el individuo tienda hacia determinados objetos o fines.
Las pulsiones tienen un fin preciso, el de suprimir o calmar ese estado de tensión que las generan, y pueden ser sexuales o de muerte.
Para Freud, el impulso sexual, no sólo puede proyectarse hacia un objeto externo, sino hacia adentro.
En este sentido, el narcisismo forma parte del funcionamiento normal de la psique y su semilla está presente desde las primeras etapas del desarrollo psicosexual.
Freud no baraja que el ser humano pueda alcanzar un estadio de felicidad. Su sometimiento a un orden social y cultural, hace que convivamos continuamente con la frustración y la insatisfacción.
En el siguiente volumen, editado por la Universitat Oberta de Catalunya, Francesc-Xavier Marín expone las razones profundas de esta desazón existencial, tal como las expuso el padre del psicoanálisis. También nos acerca a su figura.
El Freud más desconocido
Freud ha pasado a la historia como el padre del psicoanálisis, pero otras aportaciones y facetas de este famoso y polémico neurólogo austriaco son menos conocidas.
Es el caso de sus investigaciones sobre el uso de la cocaína, que realizó en su juventud, y que promovieron su comercialización como medicamento en Estados Unidos -afirman numerosas fuentes que él mismo fue adicto a esta sustancia-.
Además de sus aportaciones en el campo de la medicina y la psicología, cabe destacar una virtud de Freud que ha pasado desapercibida para muchos. Y es que fue ante todo magnífico escritor y ensayista.
Su limpia prosa, aprendida de su gran maestro Goethe, es quizás una de las primeras sorpresas que experimenta todo aquel que se acerca a él. El siguiente libro analiza la impronta de Goethe en sus escritos.
En cuanto a su faceta personal más íntima, la que nos muestran sus cartas de viaje, dirigidas a su familia y publicadas por primera vez hace menos de dos décadas, descubrimos a un Freud sensual, alegre y gozoso con la vida. Una lectura muy estimulante.
Un personaje controvertido y popular
Freud apostaba por la creación de todo un sistema teórico nuevo para la psicología y una independencia absoluta de cualquier otra rama médica.
Esto no gustó a muchos de sus compañeros y coetáneos. De hecho, fue lo que hizo que su relación con Breuer, que apostaba por una concepción cientificista clásica, hiciese aguas.
También tuvo la osadía de internarse en la sexualidad, que jugó un papel muy importante en el desarrollo de sus teorías. Lo que tampoco fue bien acogido por la sociedad puritana del momento.
El padre del psicoanálisis defendió con gran énfasis la centralidad de lo sexual como parte de la maquinaria inconsciente y pulsional que hace que nos comportemos como lo hacemos.
Freud consideraba que los niños nacen con un deseo sexual que deben satisfacer, y que existen una serie de estadios, durante los cuales el niño busca placer de diferentes objetos. Esto es lo que llevó a la parte más polémica de su obra: la teoría del desarrollo psicosexual.
Freud es y fue amado y odiado a partes iguales. Odiado especialmente por círculos feministas, por sus postulados falocentristas; y también por muchos colegas de profesión.
Han Israëls trata de probar en El caso Freud. Histeria y cocaína, que muchos de sus estudios produjeron resultados contrarios a los que él describía en sus reportes.
También apunta a que muchos de los traumas supuestamente padecidos por sus pacientes eran inducidos por él mismo.
Al margen de sus detractores, lo que está claro es que su legado ha dejado huellas en nuestra sociedad.
Se trata también de un personaje de inmensa fuerza cultural. Fue popularizado enormemente a través del arte, especialmente del cine.
Desde Cuéntame tu vida, la película de suspense de Alfred Hitchcock estrenada en 1945 hasta la obra completa de Woody Allen, lo cierto es que el cine está lleno de referencias explícitas y menos explícitas a Freud.
También lo vemos reflejado en las novelas de monólogo interior de Virginia Woolf y James Joyce, y por supuesto, en las pinturas del movimiento surrealista, y en especial de Dalí.
¡Esperamos que disfrutes con la obra de este imprescindible!